Comunicado de Prensa

San Juan, Puerto Rico — El proyecto de canalización del Río Piedras constituye una amenaza directa contra nuestro patrimonio natural y social. No se trata de un asunto político partidista, aunque es innegable que las dinámicas de poder pueden influir en su desarrollo. Se trata, más bien, de una decisión que compromete el futuro ambiental y comunitario de nuestra ciudad.

Durante décadas hemos luchado por mitigar los efectos del calentamiento global. Incluso quienes cuestionan la magnitud del problema ambiental no pueden negar el impacto positivo de la flora en la regulación de las temperaturas. ¿Cómo es posible, entonces, que se pretenda eliminar cientos de árboles adultos en la cuenca del Río, sacrificando vida y frescura en un momento en que más necesitamos espacios verdes?

Las justificaciones para canalizar el Río se sostienen en un estudio obsoleto de más de 40 años, incapaz de responder a la realidad climática y urbana actual. Ciudades como Seúl, Los Ángeles, Múnich, Ginebra y Singapur han revertido proyectos similares, apostando por restauraciones ecológicas que fortalecen la resiliencia ante el cambio climático, mejoran la calidad de vida y recuperan ecosistemas urbanos. Mientras el mundo avanza hacia la integración de la naturaleza en la ciudad, nuestro gobierno insiste en desarrollar este proyecto según presentado por el Cuerpo de Ingenieros del Ejército de los Estados Unidos (USACE)

Por otro lado, un estudio realizado sobre el alcantarillado pluvial de San Juan demuestra que las pocas inundaciones registradas no necesariamente se deben al desbordamiento del río, sino al deficiente mantenimiento de los desagües. La evidencia es clara: acondicionar el sistema del alcantarillado pluvial sería una solución más efectiva y sustancialmente menos costosa que la canalización, cuyo presupuesto inicial supera los $1,500 millones de dólares y que, con los conocidos “change orders”, seguramente se disparará aún más.

El costo económico es solo una parte del problema. Los costos sociales y ambientales de este proyecto son incalculables: pérdida de biodiversidad, deterioro de la calidad de vida y destrucción de un símbolo de resistencia comunitaria. El Río Piedras no es únicamente agua que fluye; es vida, memoria y esperanza de un futuro sostenible.

Puerto Rico ya ha demostrado que la unidad ciudadana puede detener proyectos dañinos, como los gasoductos que alguna vez parecieron inevitables. Hoy, nuevamente, necesitamos un pueblo unido.

El proyecto de canalización del Río Piedras es un engaño monumental. No podemos permitir que se destruya nuestro entorno ni que se comprometa nuestro futuro. La defensa del Río es la defensa de Puerto Rico.