El Sistema de salud de PR está en crisis
Dra. Norma Devarie Díaz (cardióloga)
Portavoz delegación Movimiento Victoria Ciudadana en legislatura municipal de San Juan
El sistema de salud de Puerto Rico enfrenta una crisis profunda, una realidad que no puede ser ignorada. Mientras algunos funcionarios gubernamentales argumentan que el sistema simplemente está atravesando una fase de adaptación hacia un nuevo modelo de atención médica, la experiencia diaria de los ciudadanos y los profesionales de la salud cuenta una historia diferente. La escasez de proveedores en diversas áreas de la medicina—dentistas, enfermeros, tecnólogos médicos, farmacéuticos, técnicos quirúrgicos, terapistas, psicólogos, paramédicos, auxiliares de farmacia, técnicos de radiología—junto con el cierre de hospitales y la suspensión de servicios, son pruebas irrefutables de una crisis que pone vidas en peligro.
A esta crisis se suma la falta de acceso a medicamentos de alta calidad debido a los elevados costos impuestos por las aseguradoras. La quiebra de hospitales y la disminución de personal agravan la situación, llevando a prolongadas horas de espera en las salas de emergencia, tanto para recibir atención médica como para ser admitido en una institución hospitalaria. Es un panorama desolador para cualquier persona que necesite atención inmediata.
Los costos operacionales también representan una carga insostenible para los proveedores de salud. El aumento en los servicios de agua y electricidad encarece los costos de operación, sin que haya un ajuste en los pagos de los planes médicos. Esto obliga al cierre de oficinas médicas o a la jubilación anticipada de profesionales que, ante la precariedad económica, no pueden sostener sus prácticas.
En el caso de Vieques, los problemas en la distribución de medicamentos debido a la escasez de farmacéuticos generan incertidumbre sobre la viabilidad de nuevos proyectos de salud, como la construcción de un hospital de gran escala. Sin personal capacitado, la infraestructura por sí sola no resolverá los desafíos que enfrenta la comunidad.
Mirando hacia el futuro, otro desafío importante será la renegociación de los fondos de Medicaid en 2027, un proceso crucial para la continuidad del sistema de salud y la cobertura de la tarjeta Vital. En este contexto, aunque algunos miembros del gobierno reconocen la crisis y han impulsado legislaciones como la Ley 82 y la Ley 138 para proteger a los proveedores de servicios médicos, la falta de respaldo ante la Junta de Control Fiscal ha impedido la implementación efectiva de estas medidas. Además, se sigue permitiendo la apertura de clínicas operadas por planes médicos, que ofrecen múltiples servicios sin cobrar deducibles a sus afiliados, creando una competencia desigual que pone en riesgo la viabilidad de muchos proveedores independientes.
El modelo actual del sistema de salud puertorriqueño es costoso y poco eficiente. No contribuye a prolongar la vida de los ciudadanos, sino que los hace depender de medicamentos y hospitalizaciones que, en muchos casos, podrían haberse evitado con una mejor gestión de la prevención y el bienestar. Si queremos cambiar esta realidad, no podemos seguir aplicando las mismas soluciones esperando resultados distintos. Como bien se le atribuye a Albert Einstein, la verdadera transformación requiere un enfoque distinto.
Entre las soluciones necesarias para enfrentar esta crisis se destaca la implementación de una medicina más costo-efectiva, centrada en la prevención. Un sistema de salud eficiente debe contar con una base de datos centralizada donde se integren los registros electrónicos de hospitales, oficinas médicas, laboratorios, centros radiológicos y farmacias. Esto ayudaría a reducir la duplicidad de estudios y, en consecuencia, los costos innecesarios.
Además, un sistema de salud funcional no solo debe tratar enfermedades, sino también educar a la población sobre la importancia de la prevención y el bienestar. Esto implica promover hábitos de alimentación saludable, reforzar la educación física en las escuelas y prevenir la obesidad infantil a través de evaluaciones periódicas. La salud pública es una responsabilidad compartida que requiere el compromiso de todos los ciudadanos, el gobierno y el sector privado.
El camino hacia un sistema de salud más justo y accesible es complejo, pero no imposible. Es momento de replantear las estrategias, de exigir medidas que prioricen el bienestar de la población por encima de intereses económicos y burocráticos. Si queremos construir un Puerto Rico más saludable, debemos actuar con determinación, conocimiento y voluntad de cambio.