Daisy Sánchez Collazo
A más de tres meses del cierre de múltiples parques y plazas en San Juan, la ciudadanía sigue esperando respuestas. Lo que comenzó como una promesa de remodelación se ha convertido en una prolongada clausura sin obras, sin cronograma y sin transparencia. El silencio de la administración del alcalde Miguel Romero Lugo —quien se rumora podría aspirar a la gobernación en 2028— ha encendido la indignación de residentes, comerciantes y líderes comunitarios.
La Placita Roosevelt, por ejemplo, fue cerrada hace semanas sin que una hoja se mueva en el lugar . No solo se ha impedido el acceso al espacio público, sino que también se ha eliminado el estacionamiento que servía a los negocios aledaños. A pesar de un anuncio visible que promete mejoras por $1.8 millones, no se ha iniciado ningún trabajo. Lo que sí se ha instalado es la frustración colectiva.
En Condado, la Plaza Antonia Quiñones fue clausurada completamente para una rehabilitación de $2.1 millones. Ocasionalmente se ven trabajadores en el lugar pero así mismo desaparecen por semanas, dejando a la comunidad decepcionada y con su espacio de encuentro cerrado por meses.
La Placita de Hostos, en el Viejo San Juan, fue cerrada en junio. No fue sino hasta septiembre que comenzaron las obra que van por cuenta gotas, con una inversión de $1.2 millones. ¿Por qué cerrar antes de estar listos para construir?
En el Parque Manolo Muñiz, aunque el área verde sigue abierta, la cancha fue clausurada con la promesa de rehabilitación, construcción de un gazebo y juegos pasivos. Meses después, no hay avances visibles.
El Parque Dr. José Narciso Gándara Cartagena, símbolo de justicia y memoria, sigue cerrado. Según vecinos, “la rehabilitación va a paso de tortuga”.
El Parque Santiago Iglesias Pantín, dedicado al líder obrero y defensor de los derechos laborales, también permanece cerrado sin señales de intervención.
La histórica Plaza de Armas, corazón del Viejo San Juan desde 1521, se suma a la lista de espacios silenciados.
La administración municipal ha justificado los cierres como parte de un plan de mejoras. Sin embargo, en la mayoría de los casos, no hay brigadas, no hay maquinaria, no hay progreso. Solo verjas cerradas y ciudadanos excluidos. Esto ha levantado sospechas de que se trata de una estrategia política para proyectar una imagen de gestión activa, sin ejecutar realmente las obras.
La delegación del Movimiento Victoria Ciudadana en la Legislatura Municipal de San Juan presentó una resolución para exigir al alcalde Miguel Romero Lugo que informe el estado actual de cada parque, el cronograma de inicio y la fecha estimada de culminación de los trabajos. Hasta ahora, no se ha recibido respuesta.
Cerrar estos espacios sin justificación operativa tiene consecuencias profundas. No solo se afecta la economía local, sino también el bienestar emocional y social de las comunidades. Programas como Tus Parques en Forma demuestran que mantener estos espacios abiertos es una inversión en salud pública, cultura y convivencia. Convertir esa inversión en propaganda sin ejecución es una traición al tejido social.
Cada parque cerrado representa una historia silenciada:
- Santiago Iglesias Pantín: líder obrero y símbolo de justicia social.
- Franklin D. Roosevelt: impulsor del Estado benefactor.
- Dr. José Narciso Gándara Cartagena: médico defensor de los derechos humanos.
- Manolo Muñiz: figura comunitaria de Hato Rey.
- Antonia Quiñones: memoria vecinal preservada por Condado.
- Eugenio María de Hostos: educador y filósofo independentista.
- Plaza de Armas: origen urbano de la capital.
Estos espacios no solo conservan la historia, la activan. Son escenarios de teatro al aire libre, ferias de artesanía, clases de yoga, carreras urbanas y festivales musicales. Son puntos de encuentro intergeneracional, de construcción ciudadana.
Experiencias internacionales en ciudades como Barcelona, Atlanta y Ciudad de México demuestran que los parques bien diseñados y gestionados pueden transformar comunidades. San Juan merece aplicar esas ideas: diseño participativo, alianzas público-privadas, integración de salud y cultura. Pero sobre todo, merece respeto.
Los parques de San Juan son más que pulmones urbanos: son el alma de la ciudad. Silenciarlos sin acción es apagar la voz colectiva que da vida a nuestra capital.
