Daisy Sánchez Collazo

El Polideportivo Rebekah Colberg Cabrera, ubicado en el Residencial Manuel A. Pérez, en Río Piedras, se ha convertido en un símbolo de abandono institucional y resistencia comunitaria. Aunque su infraestructura se desmorona y las promesas de rehabilitación se diluyen entre la burocracia, este espacio sigue siendo el pulmón deportivo y social de miles de sanjuaneros. Lleva el nombre de una leyenda del deporte puertorriqueño, pero hoy su estado refleja una dolorosa contradicción: mientras se honra el legado de Rebekah Colberg Cabrera, se ignora el derecho de las comunidades a espacios dignos para crecer, entrenar y convivir.

Las delegadas del Movimiento Victoria Ciudadana en la Legislatura Municipal de San Juan han levantado la voz ante el abandono del parque. Han exigido transparencia en el uso de los fondos, una calendarización clara de las obras de rehabilitación, y una rendición de cuentas por parte del alcalde Miguel Romero Lugo. Este reclamo es el reflejo de una comunidad que exige respeto, inversión y justicia.

Rebekah Colberg Cabrera no fue una atleta común. Nació en Cabo Rojo el 25 de diciembre de 1918 y se destacó en más de una docena de disciplinas deportivas, incluyendo tenis, baloncesto, voleibol, lanzamiento de disco y jabalina. Fue la primera atleta puertorriqueña en representar al país internacionalmente, ganando medallas de oro en los Juegos Centroamericanos y del Caribe de 1938 y 1946. Además de su carrera deportiva, obtuvo títulos en Ciencias, Farmacia, Educación Física y Medicina, especializándose en psiquiatría pediátrica. En 1952, fue exaltada al Salón de la Fama del Atletismo y del Tenis de Puerto Rico.

Nombrar este polideportivo en su honor no fue un gesto simbólico: fue una promesa de fomentar el desarrollo deportivo en comunidades vulnerables. Pero ese compromiso ha sido traicionado por la negligencia institucional.

Tras el paso del huracán María, el complejo recibió fondos de FEMA para su rehabilitación. Sin embargo, la pista de atletismo fue excluida de los proyectos financiados. En 2022, el alcalde Miguel Romero anunció el desembolso de $3.5 millones para reparar partes del complejo, pero tres años después, la rehabilitación completa sigue sin concretarse.

En 2024, la entonces comisionada residente y hoy gobernadora Jenniffer González visitó el residencial y cuestionó públicamente los retrasos, señalando que los fondos estaban asignados pero los trabajos no habían comenzado. Las palabras sobran; lo que falta es acción.

A pesar de su condición precaria, el parque sigue siendo utilizado diariamente. Jóvenes, adultos y niños se congregan en sus canchas para practicar deportes, organizar torneos y compartir en comunidad. Este uso constante no es casual: es una respuesta directa a la falta de alternativas, al abandono, y a la necesidad urgente de espacios seguros y funcionales. El parque no está vivo gracias al municipio. Está vivo porque la comunidad se niega a rendirse.

El Polideportivo Rebekah Colberg no solo sirve al Residencial Manuel A. Pérez. También es frecuentado por residentes de Nemesio R. Canales, Villa España, Sabana Llana, Villa Prades, Barrio Oriente y, ocasionalmente, Luis Llorens Torres. Su impacto regional lo convierte en un recurso vital para miles de personas que no tienen otra opción. Ignorar su deterioro es ignorar a todas estas comunidades.

Este parque ha sido semillero de atletas que hoy brillan en la Liga Superior Nacional (BSN) y en competencias internacionales. También ha formado entrenadores que iniciaron sus carreras comunitarias y luego ascendieron a niveles profesionales. Aunque no existe una lista oficial, los testimonios locales son claros: el talento nace aquí, pero necesita condiciones dignas para florecer.

El Polideportivo Rebekah Colberg representa más que una instalación deportiva. Es un espacio de encuentro, de formación, de esperanza. Su abandono es una herida abierta en el tejido social de San Juan. La administración municipal tiene la responsabilidad de responder con acciones concretas y urgentes.

La comunidad ha hecho su parte. Ahora le toca al gobierno cumplir con la suya.